lunes, 10 de diciembre de 2012

Sobre el mundo y la política 2.0

Artículo publicado en "Noticias de Almería"

Desde que en el 2000 surgiera con fuerza el boom de los blogs y un año más tarde emergiera la Wikipedia, el concepto 2.0 circula como un torrente por todos los rincones en los que se debate sobre comunicación. Cuántas veces habremos oído hablar sobre Web 2.0, Economía 2.0, Negocios 2.0, y, cómo no, Política 2.0.

Muy brevemente, viene bien repasar cuáles son las principales características de esto que llamamos 2.0. Según los expertos, si en la fase del 1.0 el usuario accedía pasivo a una información dada, elemento que caracteriza a los tradicionales medios de comunicación de masas (televisión, radio, prensa escrita), en la esfera 2.0 el usuario accede a la información, la comparte y la comenta. Es un canal de comunicación bidireccional. Sin entrar en detalle en los problemas y ventajas derivados de esta nueva forma de comunicarse, lo que está claro es que lo que era un elemento de blogs y foros, ha vivido en los últimos años un empujón considerable, gracias, fundamentalmente, a las redes sociales como Facebook o Twitter. El 2.0 parece que llegó para quedarse y no sólo es una cuestión de dispositivos tecnológicos; estamos, y esto hay que resaltarlo, ante una manera distinta de afrontar la información.

Antes de seguir, me gustaría abrir un paréntesis y exponer algunos datos para que veamos cómo Internet está expandiéndose. Atendiendo a los datos de la Encuesta General de Medios, en los meses de octubre y noviembre de 2012 había 24.204.000 personas usuarias de Internet en España, lo que supone el 61,4% de la población. De estos internautas, el 85% usa Facebook, el 36%, Tuenti y el 32%, Twitter. Según los estudios, la tendencia es claramente creciente para los años venideros. Para los menores de 30 años hablamos de niveles de uso de Internet que los sitúa ya, a la gran mayoría, como “nativos digitales”.

Cerrando el paréntesis anterior, hablemos ahora de política. Quizás el político más 2.0 que se conoce hasta ahora, ya sea por ser uno de los pioneros o ya sea por la magnitud que se le da a todo lo que viene de aquel país, ha sido Obama. Mucho se ha escrito sobre su campaña política, su perfil de Twitter o cómo organizó su recolecta de fondos a través de Internet, sin olvidar esa proclama repetida hasta la saciedad del “Yes we can”. Por esta idea de concebir Internet como un canal electoral, la primera reacción ante las redes sociales ha sido considerarlas como un elemento más de la comunicación política o, lo que es lo mismo, algo que instrumentalizar para ganar elecciones. En España veo que, en la mayoría de los casos, se están utilizando las redes sociales o canales 2.0 como si fueran no ya 1.0, sino 0.0. Me explico: no hay interacción, ni conversaciones, elemento crucial en esta etapa. Si un político sólo utiliza sus perfiles para hacer proselitismo o criticar al contrario, es como cuando escribe un artículo en prensa, habla por la radio, da un mitin o sale en televisión y no permite que nadie le diga nada. Aún diría más, es posible que en muchas ocasiones ni sea el político el que “twittea” o cuelga información en Facebook, sino su “gabinete”.

Evidentemente no se puede interactuar con miles de personas que te están interpelando, pero tampoco con ninguna. A mi modo de ver, ése es el reto de la política 2.0: idear espacios de comunicación en los que se pueda debatir atendiendo a parámetros democráticos y bidireccionales. Pero esto no es sólo cuestión de estar presente en las redes; también es una actitud de ver más allá de los angostos muros de los partidos políticos, puesto que no se trata de colocar un discurso, sino de plantear un debate abierto que ayude a solucionar problemas. Es increíble cómo algo tan sencillo como debatir parece en ocasiones utópico. Se debe intentar dar un paso más allá y perfilar las nuevas tecnologías como herramientas que pueden mejorar la gestión de los gobiernos, desde lo local hasta lo nacional, tal y como plantean conceptos como el de Gobierno Abierto.

Si se hacen asambleas en locales cerrados, ¿por qué no aprovechar Internet como un nuevo canal? Para fomentar la participación, ¿no podrían utilizarse foros o perfiles en las redes para que la ciudadanía opine y proponga soluciones? Pero, poniendo como excusa el que hay personas que despotrican de todo acogiéndose al anonimato que puede ofrecer Internet, como si no se conociera la figura de los moderadores, parece que hay miedo a que la gente opine y, aún más, hay miedo a informar con detalle a la población de todo lo que se hace. El 2.0 exige otra cosa, y esto es transparencia.

Si quieren profundizar más sobre la materia, pueden leer al sociólogo Manuel Castells y su fantástico ensayo titulado “Comunicación y poder”, que ayuda bastante a entender todo este mundo de redes, poder y comunicación.

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