lunes, 16 de septiembre de 2013

Redes sociales y cotilleo



A la moda pretérita y presente del “egosurfing” -basada en escribir en Google nuestro nombre a ver lo que nos responde-, se le sumó hace tiempo el interés, fundamentado o no, de ver quién visita nuestro perfil de Facebook. ¿Os acordáis del número de aplicaciones que existían y que prometían controlar a la gente interesada en conocer lo que hacías o dejabas de hacer en esta red social? Esta actividad de supervisión se asienta en un silogismo muy sólido: como nos gusta cotillear el perfil de los demás, todos somos cotillas, ergo, seguro que gente extraña y cercana quiere ver mi perfil.

A pesar del celo con el que protejamos nuestra cuenta y por mucho que cerremos nuestros contenidos a toda aquella persona non grata, siempre creemos que nos vigilan. Recientemente he podido leer que todas aquellas aplicaciones anteriormente citadas son, en la mayoría de las veces, un fraude que puede provocar la entrada de un virus en nuestro ordenador o simplemente que veamos perfiles que, en realidad, no se han interesado lo más mínimo por las cuatro fotos que colgamos o los comentarios que hacemos.

Linkedin permite conocer -en la versión gratuita y supongo que en la Premiun estará esta acción más desarrollada- qué personas han visitado tu perfil. Aunque, a veces, la información es escasa, porque es común ver que el perfil que ha mirado tu cuenta se presenta como  anónimo. En Twitter no puedes ver quién te observa, pero creo que tampoco interesa mucho. La información que compartimos en esta red de microblogging no es tan susceptible de levantar los intereses morbosos del personal como las fotitos del Facebook.

¿Somos más cotillas con las redes sociales? No lo creo, somos cotillas de por sí y las redes sociales facilitan hablar, comentar y jugar un poco a eso tan prohibido como es el “voyeurismo”. Pero no sólo son personas anónimas que quieren pasar el rato las que cotillean, ya hemos visto en muchas ocasiones cómo se incrementa el número de empresas  que espían perfiles en las redes sociales para saber si los candidatos se comportan bien o no, asaltando la vida privada de las personas de una forma que, con mucho que se pretenda explicar desde los recursos humanos, me parece intolerable. ¿Quién juzga el comportamiento de un joven con 20 años? ¿Acaso el reclutador, con cierta edad, se puede erigir en defensor de la moralidad sin conocer bien si esa persona es un profesional de valía o no?

Ante la duda, como bien decía Platón, hay que ser tan valeroso como prudente. Cuidar la imagen que damos en las redes sociales es importante, pero, claro, el ojo del Gran Hermano siempre nos estará acechando. Tened claro que el control de la información sobre nosotros es y será tan importante como cualquier aspecto de la vida cotidiana. Con anterioridad a la existencia de las redes sociales e Internet, parecía que lo de la imagen proyectada al exterior era cosa de famosos. Ahora vemos lo  fundamental que es velar por la privacidad.  Pero, claro, tampoco se me olvida ese tinte de exhibicionismo que circula por ahí y que lleva a la gente a no importarle demasiado  lo que comparte en las redes.

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