jueves, 12 de junio de 2014

Facebook, Internet y elecciones



¿Pueden las redes sociales prever resultados electorales? O, mejor dicho, ¿puede Facebook, por ejemplo, determinar el voto de sectores de la población? 

En un artículo publicado por eldiario.es, se comenta lo siguiente sobre Facebook y su relación con el acto electoral: “La red social activó por primera vez en España el botón “Voy a votar” para las últimas elecciones generales europeas. Casi 90 millones de europeos en Facebook lo vieron en sus muros. Un estudio vincula directamente 60.000 votos al efecto de haber visto mensajes sociales relacionados en Facebook, que llegan a ser 340.000 en total, contando el efecto contagio”.

Parecen pocos votos, pero son muchos. ¿Por qué? Pues porque no debemos  olvidar eso tan manido pero a la vez tan importante de una persona un voto, una de las piedras angulares de la democracia. Por la mínima diferencia de papeletas, se puede mover la representación de los partidos, quitar y poner gobiernos y, en definitiva, hace discurrir el poder.

Hay política donde hay conflicto, y la resolución pacífica de este conflicto, relacionado con la gestión del poder, es parte de la estrategia y del juego democrático. Si las redes sociales, o Facebook en este caso, visibiliza un conflicto entre grupos de interés, entre la clase política gobernante y los ciudadanos, entre la elite económica y los desempleados etc., esto se introduce poco a poco en los muros reticulares de la gente hasta que, en resumidas cuentas, puede motivar o desmotivar a la hora de elegir candidatos o, incluso, convencer a la gente para votar o no.

Es la influencia social la que puede determinar la participación política, y las redes sociales, en su conjunto, son una enorme plaza pública llena de comunicación bidireccional. La información viaja a velocidades lumínicas al igual que las mentiras, las verdades, los bulos, la apatía o el humor. Todo es rápido y potente y, a veces, muy difícil de controlar.

Que Internet y las redes forman un nuevo escenario que ha sumergido a la política en un huracán que muchos consideraban una mera brisa, es algo evidente.  Que las redes sociales pueden permitir que un fenómeno se convierta en viral y termine apareciendo en las televisiones, dándole si cabe más publicidad y repercusión entre individuos no relacionados con ellas, también es cierto. No podemos olvidar esto último: lo que coge relevancia en la red, termina saltando al resto de medios. ¿Qué hubiera sido del 15m si tan sólo hubiera contado con la cobertura de los medios de comunicación tradicionales?

Ya he debatido muchas veces en este humildísimo blog sobre si la política en las redes debe ser algo más que propaganda,  y los datos lo van confirmando. Hay partidos que gracias a Internet- pongo como ejemplo a podemos-  amplifican su organización, consiguen fondos económicas para financiarse y crean un canal de comunicación propio con sus simpatizantes. Facebook sirve, pero YouTube, twitter u otras también. Es ineludible, la política tiene que saber gestionar su identidad digital lo mismo que cualquier individuo o empresa. Estar en la calle y en las redes es algo que, en pleno siglo XXI, van muy de la mano.

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