miércoles, 6 de mayo de 2015

Mi nuevo artículo en prensa ya disponible.

Ya se encuentra disponible minuevo artículo en Almería 360º. Esta vez ha tocado reflexionar sobre la necesidad de plantear, ya, un debate político riguroso sobre las medidas necesarias para salir de la crisis. 




España necesita más debate riguroso y menos vocerío. Entiendo que la política espectáculo entretenga a muchos, pero así no se construye una sociedad que sea capaz de resolver sus problemas. Ni un estado, ni nada. La hegemonía cultural de un orden dominante puede sostenerse en lo que queráis pero, si se quiere cambiar un modelo, no basta con desear conquistar el poder con todas las fuerzas, proclamar lemas pegadizos en horario prime time y soltar latiguillos. Y lo mismo me sirve para Ciudadanos, Podemos o el partido que sea. El mayor problema de un partido no viene antes de ganar unas elecciones: el verdadero reto viene el día después, cuando se tengan que preguntar “Y ahora, ¿qué hago? ¿Cuál es mi modelo? ¿La gente está convencida de que mi programa es el más capaz de conseguir unos objetivos o me han votado por que soy la opción menos mala para ellos?” Y es evidente que a la gente hay que decirle la verdad, o sea, debatir sobre  la capacidad que tiene la política para influir en la economía o viceversa. O, mejor dicho, si realmente nuestro modelo productivo es sostenible o no y hacia dónde deberíamos ir para no volver a caer constantemente en crisis tan profundas como la que atravesamos. 

Digo lo anterior a raíz de un artículo del profesor y economista Juan Torres López  sobre la necesidad de plantear, sin cortapisas y con respeto, un debate sobre el modelo económico que queremos. Cuando él y el profesor Vincenç Navarro presentaron un documento económico para Podemos, les llovieron críticas destructivas desde muchos ámbitos -incluso llegando a lo personal-, que no hacen otra cosa que viciar y enturbiar lo que un país democrático debe hacer: hablar y llegar a acuerdos para mejorar la vida de la mayoría. Pero eso es mucho pedir. Me acuerdo de Machado cuando decía: “En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. ¿Tenemos que seguir así?

Estoy un poco cansado del cainismo que vemos muchas veces en nuestro país. Una cosa es que el sentimiento sea importante en política y otra es que sólo se piense en función de los instintos más primarios, que muchas veces están ligados con odios ancestrales sobre otros colectivos que no piensan lo mismo que nosotros.  

España tiene un problema objetivo de desempleo, desigualdad social y corrupción. Este diagnóstico no lo niega nadie. ¿No es lógico plantear de forma colectiva cómo afrontar los problemas?  ¿Acaso la ideología no cuenta? Cuando escucho a políticos proponiendo sus promesas hablando del sentido común o apelando al miedo a lo desconocido, siento un largo desasosiego. Que portadas y portadas de la prensa hablen más de la dimisión de Monedero, o de Venezuela, que de cómo reducir el paro juvenil que está por encima del 50%- 60% en Andalucía-, es que algo no funciona bien. O quizás sí funciona bien para determinados grupos de poder a los que no les interesa que se debata sobre lo que pasa, en profundidad y con rigor científico, en España. 

Cuando la economía va por su lado y la política se circunscribe a luchas de poder entre actores parecidos, la gente se vuelve apática. Pero tampoco nos podemos exonerar como sociedad civil de lo que hacen nuestros políticos, que no dejan de ser representantes de personas que han ido a las urnas y los han votado. Si fuéramos más críticos con nuestros votos, más exigentes con lo que hace la gente que gestiona nuestros impuestos, menos dogmáticos, nos iría mejor. Pero si me muevo en función de “estos son de los míos” y “estos son mis enemigos”, es posible que cuando los míos lo hagan rematadamente mal mi capacidad crítica no me haga maniobrar o ver otra cosa.  

Por eso  me pregunto que cuándo llegará el debate político riguroso, que es el que a mí me interesa, puesto que, aunque parezca mentira, la política debe solucionar problemas, no crearlos.
@hecjer

España necesita más debate riguroso y menos vocerío. Entiendo que la política espectáculo entretenga a muchos, pero así no se construye una sociedad que sea capaz de resolver sus problemas. Ni un estado, ni nada. La hegemonía cultural de un orden dominante puede sostenerse en lo que queráis pero, si se quiere cambiar un modelo, no basta con desear conquistar el poder con todas las fuerzas, proclamar lemas pegadizos en horario prime time y soltar latiguillos. Y lo mismo me sirve para Ciudadanos, Podemos o el partido que sea. El mayor problema de un partido no viene antes de ganar unas elecciones: el verdadero reto viene el día después, cuando se tengan que preguntar “Y ahora, ¿qué hago? ¿Cuál es mi modelo? ¿La gente está convencida de que mi programa es el más capaz de conseguir unos objetivos o me han votado por que soy la opción menos mala para ellos?” Y es evidente que a la gente hay que decirle la verdad, o sea, debatir sobre la capacidad que tiene la política para influir en la economía o viceversa. O, mejor dicho, si realmente nuestro modelo productivo es sostenible o no y hacia dónde deberíamos ir para no volver a caer constantemente en crisis tan profundas como la que atravesamos. Digo lo anterior a raíz de un artículo del profesor y economista Juan Torres López sobre la necesidad de plantear, sin cortapisas y con respeto, un debate sobre el modelo económico que queremos. Cuando él y el profesor Vincenç Navarro presentaron un documento económico para Podemos, les llovieron críticas destructivas desde muchos ámbitos -incluso llegando a lo personal-, que no hacen otra cosa que viciar y enturbiar lo que un país democrático debe hacer: hablar y llegar a acuerdos para mejorar la vida de la mayoría. Pero eso es mucho pedir. Me acuerdo de Machado cuando decía: “En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”. ¿Tenemos que seguir así? Estoy un poco cansado del cainismo que vemos muchas veces en nuestro país. Una cosa es que el sentimiento sea importante en política y otra es que sólo se piense en función de los instintos más primarios, que muchas veces están ligados con odios ancestrales sobre otros colectivos que no piensan lo mismo que nosotros. España tiene un problema objetivo de desempleo, desigualdad social y corrupción. Este diagnóstico no lo niega nadie. ¿No es lógico plantear de forma colectiva cómo afrontar los problemas? ¿Acaso la ideología no cuenta? Cuando escucho a políticos proponiendo sus promesas hablando del sentido común o apelando al miedo a lo desconocido, siento un largo desasosiego. Que portadas y portadas de la prensa hablen más de la dimisión de Monedero, o de Venezuela, que de cómo reducir el paro juvenil que está por encima del 50%- 60% en Andalucía-, es que algo no funciona bien. O quizás sí funciona bien para determinados grupos de poder a los que no les interesa que se debata sobre lo que pasa, en profundidad y con rigor científico, en España. Cuando la economía va por su lado y la política se circunscribe a luchas de poder entre actores parecidos, la gente se vuelve apática. Pero tampoco nos podemos exonerar como sociedad civil de lo que hacen nuestros políticos, que no dejan de ser representantes de personas que han ido a las urnas y los han votado. Si fuéramos más críticos con nuestros votos, más exigentes con lo que hace la gente que gestiona nuestros impuestos, menos dogmáticos, nos iría mejor. Pero si me muevo en función de “estos son de los míos” y “estos son mis enemigos”, es posible que cuando los míos lo hagan rematadamente mal mi capacidad crítica no me haga maniobrar o ver otra cosa. Por eso me pregunto que cuándo llegará el debate político riguroso, que es el que a mí me interesa, puesto que, aunque parezca mentira, la política debe solucionar problemas, no crearlos. @hecjer

Artículo publicado en almeria360.com: Y el debate político riguroso, ¿cuándo empieza? http://almeria360.com/opinion/06052015_y-el-debate-politico-riguroso-cuando-empieza_128284.html

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