lunes, 10 de octubre de 2016

Caos político o la política del caos.


Fuente de la imagen: Wikipedia.
Meñique, el famoso personaje de Juego de Tronos, ya lo dijo una vez: el caos es una escalera.  El poder es muy atractivo y  las élites quieren jugar a la contención para que nada cambie. El miedo a la  incertidumbre puede marcar el voto hacia lo que se conoce, en una suerte de resignación, no vaya a ser que terminemos peor. Sin embargo, las crisis económicas y las fracturas sociales, junto con la necesidad y el hartazgo de muchos ciudadanos, juegan en contra del continuismo. ¿El caos puede ser una escalera para que lleguen los que quieren cambiar o una excusa para inculcar miedo a la transformación?

Analizando la sociedad actual, pienso que tenemos varias fracturas: generacionales, territoriales e  ideológicas. El envejecimiento de la población, el desempleo y la precariedad pueden plantearnos graves problemas en relación al Estado del Bienestar. Pero parece que se debate poco sobre esto y mucho sobre las posibles consecuencias de cambios políticos que nunca llegan. No nos olvidemos de que la política oscila, como un péndulo, entre dos grandes sentimientos: la esperanza y el miedo.
 Hecha esta introducción un tanto filosófica, vayamos a analizar la situación del PSOE y, por extensión, del resto del contexto político de España. Pedro Sánchez quería terceras elecciones; Mariano Rajoy, también. En el caso de Sánchez, para salvarse a sí mismo y pedir el voto útil de la izquierda mostrándose como un mártir. Lo que no sé bien es lo que pretenden los barones críticos, porque la situación de ahora es la peor a la que se podían enfrentar los socialistas. Rajoy también prefiere urnas para incrementar su mayoría y darle un zarpazo grave a Ciudadanos. Como se puede observar, ambos dirigentes tienen esperanza en que les irá mejor en unos nuevos comicios. Estoy de acuerdo, pero en parte.

Si vamos a las urnas, a Rajoy le irá mejor. Pero el PSOE está protagonizando un espectáculo del que va a tardar muchísimo en recuperarse y, tras la dimisión de Sánchez, se encuentra en una posición muy débil. Un hundimiento del PSOE, pasokización como tildan algunos, puede crear un grave problema de gobernabilidad para una alternativa de izquierdas. Abstenerse para que gobierne Rajoy ahora quizás pueda llevarnos a elecciones dentro de dos años; no obstante,  ir a terceras elecciones puede llevarnos a un gobierno del PP mucho más largo. Todo es relativo, y los partidos deben analizar bien no sólo el corto plazo, sino el medio y el largo. La posibilidad de un gobierno alternativo entre Podemos y el PSOE también parece lejos: el segundo no quiere contar con los independentistas y el primero está peleado con Ciudadanos. Algunos analistas plantean que un acuerdo entre Iglesias y Sánchez llevaría el foco a Rivera, que se vería obligado a la abstención con tal de no ir a elecciones. Otra vez el miedo a las elecciones como herramienta de convencimiento político. Pero una cosa es clara: si Ciudadanos apoya un gobierno de PSOE  y Podemos, la formación naranja desaparece como tal. Nadie tiene entre sus cartas un gobierno alternativo, sino retorcer la situación para preparar la campaña electoral.

Aunque hayan obligado a Sánchez a dimitir, ahora a ver quién es el guapo o guapa que gestiona una abstención del PSOE. Cómo se explica ahora mismo eso a la militancia y a los propios votantes. En mi opinión, la situación se les ha ido de las manos a los dirigentes del PSOE. Los problemas de los socialistas son estructurales y vienen de lejos.  A ver en qué acaba esto.
Lecturas recomendadas
http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/Homenaje-Pedro-Sanchez-graficos_6_565253493.html




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